El desarrollo interior y la estabilidad mental son dos objetivos claros de quiénes aspiran al éxito en sus disciplinas deportivas. De hecho, muchos de los grandes logros, sólo se explican si se tienen en cuenta los factores psicológicos que potencian las virtudes físicas.

Así, las demandas de rendimiento de cada especialidad deportiva, requieren que el deportista funcione, psicológicamente, de una determinada manera (y no de otra), para poder decidir y actuar con la mayor eficacia posible, y tener por ello una opción más favorable para conseguir el éxito en la competición.

Desde esta perspectiva, se contempla que el funcionamiento psicológico, puede influir, positiva o negativamente, en el funcionamiento físico, técnico y táctico/estratégico de los deportistas; y que, por tanto, es muy importante controlarlo en la dirección adecuada (en lugar de dejarlo al azar), con el propósito de optimizar (en vez de perjudicar) el rendimiento deportivo.